miércoles, 8 de febrero de 2017

Soneto I.

Limpio tu nombre con tantos claveles
con tanta agua como Dios me disponga
antes que esta su duda se interponga
en mi saber sobre ustedes los ángeles.

Puesto que desconozco dónde estés
tiento al escribir esto sin milonga
que regresarte a ti Dios no es lisonja,
pues cuánto doy por verte otra vez.

Mi tristeza por los caminos anda
de esta galería inmunda, de estrés
donde salen lágrimas y ahí vagan.

Si hay cielo, que lo azul de tu piel se haga,
y tirite el mundo cuando se lee:
Ángela Rufina Hernández Mimiaga.



sábado, 10 de diciembre de 2016

Sempiterno.

Este silencio que me demora al camino
de la muerte, donde camino ya desde que nací.
Este silencio que agobia a mi voz,
que se rompe por las galerías más grises
e irónicamente crea otro sonido
que no es mi voz     que no es mi voz.
Este silencio que arrulla a los días de invierno sin frío;
que calienta la garganta solemne de vino.

Este silencio (no el tuyo) que te devuelve
a la memoria más pura del corazón.

              10/12/16.